La oferta educativa ha tenido que adaptarse a un entorno 100 % en línea debido a las condiciones impuestas para prevenir la propagación de contagios de COVID-19. Ante este panorama, los educadores se han tornado al desarrollo y uso de tecnologías de realidad extendida.

Definidas en forma simple, estas tecnologías son el ensamble de tres realidades artificiales: Virtual, aumentada y mixta. La primera de estas realidades, la virtual, sumerge a los usuarios en un entorno digital totalmente artificial a través del uso de wearables, como cascos de realidad virtual. Su objetivo es crear un entorno simulado e inmersivo que el usuario perciba como cercano a la realidad.
La realidad aumentada, parte de la percepción del mundo real pero añade capas de información digital proporcionada por dispositivos. Estas capas pueden ser imágenes videos sonidos datos o modelos 3D que se superponen a nuestra realidad en tiempo real.
Elementos de la realidad virtual y realidad aumentada constituyen la realidad mixta, que se define como una combinación de ambas. Usualmente cuando una experiencia no corresponde en su totalidad a una instancia de realidad virtual, aumentada o entorno real podemos hablar de un ejemplo de realidad mixta.
En un contexto educativo, la realidad extendida puede traer cambios positivos permanentes más allá de representar una herramienta más de la educación a distancia. La tecnología permite a los estudiantes aprender de maneras que no se habían visto antes, habilita nuevos caminos como enseñar a niños de primaria los estados de su país al tiempo que ven un mapa virtual con la forma de las entidades y los principales datos de las mismas, o pudiera ser una clase de anatomía para alumnos de secundaria con diagramas que muestren modelos tridimensionales de los órganos del cuerpo.